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Dos almas se encontraron, en un momento en el que estaban preparadas para hacerlo y se enamoraron. Fue el estallido mágico. estaba preparada porque había estado trabajando en ello, a través de distintas herramientas. B había experimentado una fuerte transformación, por haber estado a las puertas de la muerte al menos en su mente.

Comenzaron su andadura como pareja en el plano terrenal.

A continuaba creciendo en el amor, como consecuencia del trabajo iniciado.

B se asustó por falta de entendimiento. Apenas había empezado una labor introspectiva y no sabía cómo continuar en ello. Una vez superado el episodio de haber creído morir, relajó su espíritu y su ego tomó el mando. La salida más fácil volver atrás, a la consabida zona de confort, donde todo es familiar y desaparece el miedo a lo desconocido.

Así pues, A siguió su camino, hacia adelante y regresó al suyo, al de detrás, aterrizando cada uno en lugares distintos y lejanos entre sí. En la vida cotidiana comenzaron los roces y los malos entendidos. Al navegar por universos diferentes, el idioma era ininteligible entre ambos y la comunicación, algo imprescindible en una relación de pareja, distorsionada e imposible de comprender. Las diferencias culturales, sociales y económicas hicieron acto de presencia, por lo tanto, la transmisión se fue apagando. Era mejor callar que provocar un malentendido.

Llegados a este punto, el contacto físico comenzó a disminuir, poca conexión, pocas ganas de interactuar. A partir de ahí, el presente se transformó en un camino tortuoso y la  única herramienta para continuar, la fe; la seguridad de que lo que había sucedido había sido real y por ende, estaba dentro del alma, intrínsecamente.

Sin embargo, aquella explosión, aquel milagro eran pasado, el presente era algo mal o bien distinto. ¿Una crisis de pareja? ¿Diferencias hombre versus mujer? ¿Distintas necesidades y expectativas como personas o seres humanos?

Sin encontrar la clave para solucionar todas y cada una de las desavenencias, la pareja se dijo adiós. Pero el vínculo que se creó en el origen, en el primer contacto, cuando dos almas se encuentran, se reconocen, se enamoran y son un solo cuerpo, permanecía en el espíritu e informaba a diario de su existencia, con pensamientos, recuerdos, emociones, etc. ¿Qué hacer ahora? ¿Volver a intentarlo o esperar? ¿Acallar la llamada o prestarle atención? ¿Pasar página y continuar, con alegría, el camino en solitario?…

 

Yo me inclino por esta: «Cuando algo termina, termina. Simplemente es así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia

¿Y tú?

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Ana Montero del Amo  http://anamonda.com

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