La actitud ante las cosas de la vida es lo que me salva o me condena. ¿Hacia dónde dirijo mi atención? ¿hacia atrás, hacia adelante, hacia ahora mismo? El tiempo que gasto en la atención que pongo en cualquier situación, influirá, decisivamente, en el sufrimiento (resistencia a aceptar un estado doloroso y permitir que se exprese)
Si presto atención al dolor y lo expreso, puedo poner freno al sufrimiento, (que puede durar indefinidamente, aunque la situación que lo provocó ya se haya solucionado),y así, puedo apreciar otras tantas cosa de la vida que están al alcance de los sentidos y decidir, libremente, recrearme mejor en ellas para llenarme de alegría:
-el olor de los hijos
-la mirada de los seres queridos
-el tacto de las personas amadas
-el sabor de la fruta recién cosechada
-las risas de los niños, los jóvenes, los adultos y los mayores
-la sinfonía de la naturaleza, el sonido de las ramas de los árboles con el viento, el canto de las aves, el murmullo del agua del río, el splash de las olas del mar y tantas cosas más.
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Ana Montero del Amo http://anamonda.com